La práctica del ejercicio diario es beneficiosa para la salud a cualquier edad. Científicamente está demostrado que las diferentes actividades deportivas contribuyen a estimular la atención, la imitación, el seguimiento de órdenes y la socialización. Es decir, se propician nuevos aprendizajes en diferentes contextos, de manera individual o colectiva, y se aumenta la destreza de ciertas habilidades. Además, la actividad física (sin determinar su duración y frecuencia) mejora el estado global de nuestra salud generando bienestar físico y mental; durante y tras la práctica del mismo.
A pesar de los muchos beneficios que ofrece, las personas con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) presentan unos niveles muy elevados de sedentarismo, superiores a nivel comparativo con personas sin diagnóstico de TEA.
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